LOS RATEROS.
Hablando del desarrollo que el hurto callejero va tomando en esta capital, decía un joven lagartijo que acaba de llegar de Paris:
- No me escandaliza el incremento que adquiere la ratería entre nosotros, sino el modo grosero con que lo despojan a uno de sus prendas más valiosas. En Europa y Estados Unidos, la profesión del ratero no está destituida de nobleza y cortesía, al menos en el modo de practicarse. Los ladrones y los robados se producen en aquellos países con una corrección irreprochable.
- Caballero, dice un RATA, tengo el honor de saludar a usted y me tomo la libertad de manifestarle que acabo de apoderarme de su reloj.
Y al caballero responde;
- Siento en el alma no haberme apercibido de ello, y me doy por enterado con verdadera satisfacción de su atento aviso, por lo cual protesto a usted mi sincera gratitud. Y agrega:
- Si no es indiscreción, sírvase usted decirme: ¿qué es lo que piensa hacer con la prenda adquirida?
- Empeñarla, caballero, mutando con la aquiescencia de usted.
- No hay inconveniente, dado que se trata de un hecho consumado. Sólo voy a permitirme indicar a usted mi dirección, para que se digne enviarme el boleto de la casa de préstamos donde coloque la prenda, ofreciendo dar a usted por tan señalado favor una cantidad que, con su respectiva gratificación, entregaré a quien me lleve el documento sin más averiguaciones.
- Muchas gracias, caballero.
- De nada, señor mío.
- Otro servicio más, si no lo soy molesto.
- Nada do eso: puede usted mandar.
- Hágame la merced de acompañarme hasta la esquina, no vaya a tomarme el gendarme como persona sospechosa y peligren mi libertad e intereses.
- ¡Estoy a las órdenes de usted!
Los rateros - Chauffeur [Pseud.], Zig-zag, Año 2, Núm. 79 (2 De Julio De 1911). 1911. Print.
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